martes, 11 de octubre de 2022

Los mates de la siesta


El “mate” es la bebida típica de los argentinos, y en general, la preferida en los países de la región.

No escapaban a esta noble costumbre los habitantes de la aldea, y reuniendo compañeros de variados países latinoamericanos, no era inusual verlos caminar, con su termo en brazo, por los senderos de “la Finca”.

Un horario muy apropiado para salir a “matear” podía ser la siesta: ese breve lapso de tiempo que les quedaba a los muchachos para “descansar”.

Tan breves como la siesta eran las serias conversaciones que mantenían dos de nuestros paisanos. Los nombres los reservo, aunque para distinguirlos, los llamaré “Mani” y “Jero”.

De todos modos, este diálogo nunca sucedió; sólo es una muestra, tan breve como la siesta, de algunas “interpretaciones” a las noticias del momento.

- ¿Te llegó la carta del Comisario? - preguntó Jerónimo a Maniqueo.

- Sí, obvio- contestó Mani haciéndose el enterado.

- ¿Y? … ¿Qué opinás? - inquirió con aire porteño Jero.

Los dos juntos hacían la dupla “Mani-Jero”, aunque nadie lo había notado… todavía.

- Lo mismo de siempre - comentó escuetamente Mani.

- O sea, “persecución”- provocó Jero mientras cebaba el segundo mate.

- Calumnias, yo diría –

-Calumnias que publican en sitios como Aleteia, y que hasta ahora nadie refutó. – Dijo en voz bajita Jero, tan bajita que Mani no escuchó.

- ¿Qué? -…

- Nada, nada -…

Jerónimo no se creía las cosas así nomás. Y por eso, quería corroborar si su amigo íntimo también lo acompañaba en ésta. Para asegurarse y entender lo de las supuestas “calumnias”, preguntó:

- ¿Es mentira lo de Nieto? -

- ¿Lo de los viajes? No; eso es verdad, obvio. - Se corrigió sutilmente Maniqueo, que a veces era tan simplista como Manes.

- ¿Entonces? - atacó Jerónimo mientras le pasaba el mate con mezcla de yuyos.

- Lo que pasa es que nos persiguen de Roma; quieren a toda costa condenar al Padre Buela, que es inocente, y así atacan a toda la Congregación, ¿entendés? Usan todas estas acusaciones para desestabilizarnos. Así nos explicaron siempre nuestros superiores, y ellos saben- concluyó apresurado Mani, mientras entregaba el mate a su amigo.

-Sí, entiendo esas versiones. - Explicó Jero. - Pero lo que no entiendo es que sea una calumnia, como dijiste, si en definitiva es verdad. Los viajes se hicieron, y el Padre Nieto se nos presenta como el actual superior general. No estaría entendiendo dónde radica la mentira… o la verdad. –

El planteo directo y de “mal espíritu” que Jero acababa de largar, lo superaba por completo. Era obvio que ni había leído la carta, ni mucho menos, podía pensar por sí mismo. Mani se tocó el mentón, y fingió entender perfectamente:

-Claro. – Justificó con evidente desconcierto. -Entiendo lo que decís. Es eso mismo: nos atacan porque no tienen ninguna prueba de nada. Quieren sacarlo al Padre, y si pudiesen cerrar el Instituto, lo harían. Pero no van a poder. No se dan cuenta que luchan contra Dios. –

Jero no quiso agarrarse la cabeza por respeto a su amigo. Además, el termo en brazo le impedía cualquier gesto de expresión, fuera de las muecas. Sin embargo, había suficiente amistad y confianza como para decirle sinceramente lo que pensaba:

-Pero Mani, ¿no te das cuenta? - lo sacudió verbalmente. -Estás repitiendo una y otra vez lo mismo que te han dicho; pero no me respondés a mi objeción: o es verdad lo que el Comisario dice, o no lo es. No puede ser verdad y calumnia al mismo tiempo. ¿Quién es el actual Superior General? ¡Decímelo! - enfatizó sin disimulo.

A Mani lo habían agarrado con las “manis” en la maza: era lo de él: cambiar de tema y asegurarse de no disentir en nada de los superiores. Y esta vez no fue distinto. Por más que la siesta avanzaba, o terminaba, a Mani no le quedó más remedio que reafirmarse en lo dicho; total, en la siesta de mañana seguro charlarían de otro tema.

Se apuró a decir:

-Dale, Jero, no te compliques. Es mucho más simple de lo que te imaginás. Ése es tu problema: te imaginás cosas. No tenés que tener juicio propio. Estas cosas nos superan, y para eso están nuestros queridos superiores, que, por experiencia y santidad, saben más que nosotros. Dejémoselo a ellos. -

- ¿A quiénes? - preguntó sin piedad su amigo de siestas. - ¿Al Cardenal Santos Abril y su consejo, o al Padre Gustavo Nieto, y su consejo? –

La hora del descanso pasó. Pero también pasó cerca de ellos un “buchón” que, sin disimulo, los observó de arriba abajo, los identificó como una posible pareja peligrosa, o “manijera”, y rápido se fue a la habitación del Rector.

Desde esa siesta, efectivamente, Mani y Jero nunca más trataron el tema sobre quién era el legítimo Superior General, porque, entre otras cosas, fueron advertidos y disciplinados para nunca jamás salir a tomar mate juntos en las siestas.

Colorín colorado, el mate se ha terminado.

Luis de la Calle

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